09/02/2024
La realidad de la vivienda en Argentina presenta un panorama de marcados contrastes, reflejo de la diversidad geográfica y socioeconómica del país. La calidad, el estilo y, fundamentalmente, los materiales de construcción varían considerablemente dependiendo de la ubicación, ya sea en grandes centros urbanos, sus periferias o áreas más desfavorecidas, así como del estatus económico de sus habitantes.

En las principales ciudades argentinas, como Buenos Aires, es común observar una alta densidad poblacional que se manifiesta en la prevalencia de la vida en edificios de apartamentos de gran altura. Si bien el texto proporcionado no detalla los materiales específicos utilizados en estos edificios, la construcción moderna en altura generalmente implica estructuras robustas de hormigón y acero, características de la edificación urbana contemporánea a nivel mundial.

Al alejarse de los centros urbanos y adentrarse en los suburbios, el paisaje residencial cambia significativamente. Aquí, un estilo de vivienda predominante es el de casas de un solo nivel o estilo rancho. La información disponible especifica claramente que estas viviendas suburbanas están construidas con una base de concreto y se cubren con techos de tejas. El uso del concreto como material principal de construcción para las paredes y la estructura de estas casas indica una búsqueda de solidez y durabilidad. Es un material ampliamente utilizado en la construcción tradicional que ofrece resistencia y estabilidad a las edificaciones.
Los techos de tejas, por su parte, son una opción popular para la cubierta de estas casas suburbanas. Las tejas, que pueden ser de cerámica, cemento u otros materiales, proporcionan protección contra las inclemencias del tiempo, como la lluvia y el sol, y a menudo contribuyen a la estética característica de este tipo de viviendas. La combinación de estructuras de concreto y techos de tejas configura un tipo de vivienda que se percibe como más estable y con una calidad constructiva superior, asociada a un nivel de vida medio o alto en las áreas suburbanas.
Sin embargo, este panorama contrasta drásticamente con la situación de las familias de menores recursos. Una proporción significativa de la población argentina reside en lo que se clasifica como viviendas precarias o de calidad inferior. Estas condiciones habitacionales se encuentran a menudo en conventillos (viviendas colectivas deterioradas) o, de manera más extendida, en las conocidas villas miseria o asentamientos informales (el texto original se refiere a 'shantytowns' o 'shacks').
La característica definitoria de muchas de estas viviendas precarias es la ausencia de infraestructura básica y el uso de materiales de construcción improvisados o de muy baja calidad. El texto menciona específicamente que al menos una quinta parte de los argentinos ocupa viviendas que carecen de instalaciones sanitarias interiores, lo que implica la falta de acceso a agua potable dentro de la vivienda y la inexistencia de inodoros internos. Esta carencia fundamental impacta directamente en la higiene y la salud de los ocupantes.
Además de la falta de saneamiento básico, la estructura misma de estas viviendas revela su precariedad. Muchas de ellas presentan pisos de tierra, una condición que denota una construcción rudimentaria y que puede generar problemas de humedad, polvo e insalubridad. Otras tienen lo que se describe como pisos temporales, sugiriendo el uso de materiales no permanentes o de descarte para cubrir el suelo, lo que subraya la naturaleza transitoria e inestable de la construcción.
El gobierno argentino clasifica aproximadamente la mitad de estas viviendas de calidad inferior como 'shacks' o 'shanties', términos que se traducen como chozas o casuchas. Esta denominación gubernamental confirma la percepción de que se trata de estructuras improvisadas, construidas con materiales no convencionales y sin seguir normativas de edificación formales. Los materiales utilizados en estas chozas o casuchas son variados y suelen ser aquellos que están disponibles o son de bajo costo, como chapas de metal, maderas de descarte, cartones, plásticos y otros elementos reciclados o recuperados.
La situación de precariedad se agrava por el hacinamiento. El texto señala que en muchas de estas viviendas, más de tres personas se aglomeran en cada habitación. Esta alta densidad de ocupación, combinada con la falta de servicios básicos y la mala calidad de los materiales de construcción, crea un entorno de vida extremadamente difícil y vulnerable para millones de argentinos.
En resumen, la composición de las viviendas en Argentina presenta un espectro amplio que va desde construcciones más formales y duraderas, como las casas de concreto con techos de tejas en los suburbios o los edificios de apartamentos en las ciudades, hasta la realidad de las viviendas precarias en asentamientos informales, caracterizadas por la falta de servicios esenciales, la presencia de pisos de tierra o pisos temporales y el uso de materiales de construcción improvisados. Esta dualidad en los materiales y la calidad de la construcción es un reflejo tangible de las desigualdades socioeconómicas que persisten en el país.
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