23/10/2022
Dividir una casa ya construida es un proceso cada vez más considerado por propietarios que buscan optimizar el uso de su espacio, aumentar el valor de su propiedad o adaptarse a nuevas circunstancias familiares o económicas. Esta operación, que implica tanto aspectos técnicos como legales, requiere una planificación meticulosa y el cumplimiento de diversas normativas. No se trata simplemente de levantar un muro, sino de transformar una única unidad inmobiliaria en dos o más entidades independientes, cada una con sus propios accesos y servicios.

Llevar a cabo la división de una casa construida puede ser una opción interesante y rentable, pero es fundamental entender a fondo el proceso y las implicaciones que conlleva. Desde los diferentes tipos de división posibles hasta los trámites administrativos, los costos asociados y las consideraciones fiscales, cada etapa debe ser abordada con conocimiento y, a menudo, con el apoyo de profesionales especializados.

Tipos de división de viviendas
La forma en que se puede dividir una vivienda depende en gran medida de las características físicas del inmueble y de los objetivos del propietario. Existen principalmente tres modalidades reconocidas, cada una con sus particularidades y requisitos específicos.
La división horizontal es la modalidad más común en edificios plurifamiliares. Consiste en transformar un inmueble, generalmente un edificio con varias plantas, en diferentes unidades independientes (pisos, apartamentos, locales) que pueden ser propiedad de distintos titulares. Cada una de estas unidades resultantes tiene su propia entrada y acceso a servicios básicos, permitiendo la propiedad y el uso privado de cada espacio. Este tipo de división está regulado por la Ley de Propiedad Horizontal (LPH), que establece un marco legal para la convivencia y gestión de las áreas comunes del edificio, así como los derechos y deberes de los propietarios individuales. Implementar la división horizontal implica asegurar que cada unidad cumpla con los requisitos mínimos de habitabilidad y que se definan claramente las áreas de uso privativo y las comunes.
Por otro lado, la división vertical se aplica típicamente a viviendas unifamiliares. Este proceso implica separar una casa individual en dos o más unidades adosadas o pareadas. Es una estrategia útil en zonas urbanas donde maximizar el uso del suelo es crucial. A diferencia de la división horizontal, que crea unidades en diferentes niveles, la vertical genera viviendas contiguas. Esta modalidad a menudo requiere modificaciones estructurales significativas en la edificación original, así como la creación de accesos independientes para cada nueva unidad. Un aspecto fundamental en la división vertical es garantizar un adecuado aislamiento entre las viviendas resultantes para asegurar la privacidad y el confort acústico y térmico de sus ocupantes.
Finalmente, la segregación de parcelas es una opción que se centra en el terreno más que en la edificación existente, aunque puede estar ligada a futuras construcciones. Consiste en dividir una parcela grande en varias parcelas más pequeñas, sobre las cuales se pueden construir nuevas viviendas. Este tipo de división es frecuente en áreas rurales o en urbanizaciones en expansión. La segregación de parcelas implica un proceso legal relacionado con la modificación de la titularidad del terreno original y la creación de nuevas fincas registrales. Es indispensable que esta segregación cumpla con las normativas de urbanismo locales, que establecen criterios como el tamaño mínimo de las parcelas resultantes, las distancias obligatorias entre edificaciones y los requisitos de infraestructuras.
Aspectos legales y normativos a considerar
La división de una casa no es un acto libre, sino que está estrictamente regulada por un conjunto de leyes y normativas en diferentes niveles administrativos. Cumplir con este marco legal es crucial para la validez y legalidad del proceso a largo plazo.
La legislación estatal proporciona la base legal. La Ley del Suelo establece los principios generales de ordenación del territorio y uso del suelo en todo el país, a la que debe ajustarse cualquier división. La Ley de Propiedad Horizontal (LPH) es vital si la vivienda a dividir forma parte de un edificio ya sometido a este régimen, regulando las modificaciones en unidades privativas y su impacto en la comunidad. También influyen normativas relacionadas con el Registro de la Propiedad y la Ley Hipotecaria, que regulan la inscripción de los cambios.
Complementando la legislación estatal, las normativas de urbanismo de cada comunidad autónoma y las regulaciones específicas del Ayuntamiento local son fundamentales. Estas normativas regionales y municipales detallan requisitos específicos sobre el uso del suelo, la edificación, las superficies mínimas de habitabilidad, las condiciones de iluminación, ventilación y accesos, así como aspectos estéticos. Es indispensable consultar las normativas locales exactas donde se ubica el inmueble, ya que pueden variar significativamente de un municipio a otro.
La autorización administrativa es un paso ineludible. Se requieren permisos municipales, principalmente la licencia de obra, para cualquier modificación estructural. Este permiso garantiza que la división se realiza conforme a la normativa urbanística y de seguridad. Para obtenerlo, es necesario presentar un proyecto técnico detallado, elaborado por un profesional cualificado como un arquitecto, que describa las modificaciones propuestas y asegure el cumplimiento de las normativas técnicas, como el Código Técnico de la Edificación.
Si la vivienda forma parte de una comunidad de propietarios, obtener el permiso de dicha comunidad es a menudo un requisito legal bajo la Ley de Propiedad Horizontal. La división de una unidad privativa suele considerarse una alteración de la estructura o configuración del edificio, lo que requiere la aprobación de la comunidad. La Ley establece que se necesita el voto favorable de al menos tres quintas partes del total de propietarios que, a su vez, representen las tres quintas partes de las cuotas de participación. La propuesta debe ser compatible con los estatutos de la comunidad y no perjudicar a otros vecinos. Es crucial presentar el proyecto en una reunión de la comunidad, notificar a todos los propietarios y abordar cualquier preocupación sobre el impacto en las áreas comunes.
Procedimiento para dividir una casa en dos
El proceso para dividir una vivienda en dos unidades independientes, o más, es un camino con varios pasos bien definidos, que deben seguirse meticulosamente para garantizar su legalidad y éxito.
El primer paso es siempre consultar la legislación vigente. Esto implica revisar las normativas urbanísticas a nivel estatal, autonómico y municipal, así como la Ley de Propiedad Horizontal si aplica. Dada la complejidad de este marco legal, contar con la asesoría de un abogado especializado en derecho inmobiliario es altamente recomendable para comprender los requisitos y evitar errores.
Si la vivienda está en un edificio con comunidad de propietarios, el siguiente paso es solicitar su permiso. Se debe convocar una reunión de la comunidad, notificar a todos los propietarios sobre la propuesta de división y presentar el proyecto para su votación, buscando cumplir con la mayoría requerida (tres quintas partes de propietarios y cuotas).

La elaboración de un proyecto técnico es fundamental. Este documento, realizado por un arquitecto, detalla las modificaciones necesarias para crear las nuevas unidades. El proyecto debe asegurar que cada unidad resultante cumpla con la superficie mínima exigida por la normativa local, cuente con entradas independientes y disponga de un adecuado aislamiento térmico y acústico, cumpliendo con el Código Técnico de la Edificación. La elección de un arquitecto con experiencia en este tipo de proyectos es clave.
Una vez listo el proyecto técnico, se solicita la licencia de obra ante el Ayuntamiento correspondiente. Este paso implica presentar el proyecto junto con la documentación requerida y pagar las tasas municipales asociadas, cuyo importe varía según la localidad y el presupuesto de la obra.
Tras obtener la licencia y finalizar las obras de división, es necesario obtener el certificado final de obra y la cédula de habitabilidad para las nuevas unidades. La cédula de habitabilidad certifica que cumplen las condiciones para ser habitadas legalmente.
Finalmente, se procede a la inscripción en el Registro de la Propiedad. Con la cédula de habitabilidad, se debe acudir a un notario para elevar la división a escritura pública. Esta escritura formaliza legalmente la creación de las nuevas fincas registrales. Posteriormente, esta escritura se presenta en el Registro de la Propiedad para que las nuevas unidades queden oficialmente registradas como propiedades independientes. En algunos casos, también puede ser necesaria una regularización de la situación en el Catastro para que los datos fiscales y descriptivos reflejen la nueva configuración del inmueble. Abordar situaciones de 'fuera de ordenación', si existieran, puede requerir asesoramiento legal adicional.
Costos involucrados al dividir una casa
La división de una vivienda no es un proceso exento de gastos. Es crucial tener una estimación clara de los costos para planificar el presupuesto adecuadamente.
Los trámites administrativos y legales conllevan varios costos. La información proporcionada sugiere que el precio de los trámites para segregar una vivienda suele oscilar entre 1.000 € y 2.500 €. Esto incluye:
Tipo de trámite | Precio Estimado |
---|---|
Levantamiento topográfico | 200 € - 300 € |
Proyecto de segregación | 500 € - 1.200 € |
Honorarios notario | 300 € - 800 € |
Inscripción en el Registro de la Propiedad | 150 € - 600 € |
Además de estos trámites directos, hay que considerar las tasas municipales para la licencia de obra y la licencia de segregación, cuyo importe depende del valor del inmueble y las tarifas de cada municipio.
Las consideraciones fiscales son importantes. La división está sujeta al Impuesto de Actos Jurídicos Documentados (IAJD) sobre la escritura de división, que puede variar entre el 1% y el 1.5% del valor declarado, dependiendo de la comunidad autónoma. Si las nuevas unidades se alquilan, los ingresos tributarán en el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF) como rendimiento del capital inmobiliario. Si se venden, la ganancia patrimonial estará sujeta a IRPF. Es fundamental llevar un registro de gastos deducibles para alquileres y calcular correctamente la base imponible en caso de venta.
Otros gastos significativos incluyen los honorarios de los profesionales contratados, como arquitectos para el proyecto técnico y la dirección de obra, y abogados para el asesoramiento legal y la gestión de documentación. Los gastos notariales por la escritura pública también deben ser tenidos en cuenta. Además, y a menudo el costo más variable y potencialmente más alto, son los costos de las obras de reforma necesarias para adaptar la vivienda a las nuevas unidades (creación de accesos, cocinas, baños, instalaciones, aislamientos). Estos costos pueden variar enormemente dependiendo del estado original de la vivienda y la magnitud de la reforma, pudiendo llegar a ser equiparables a una reforma integral.
Ventajas y desventajas de dividir una casa
Dividir una casa puede ofrecer beneficios sustanciales, pero también presenta inconvenientes que deben ser sopesados cuidadosamente antes de tomar una decisión.
Entre las ventajas, la posibilidad de obtener mayores ingresos es una de las más atractivas. Alquilar varias unidades puede generar un flujo de efectivo superior al alquiler de una única propiedad grande. La venta de unidades más pequeñas suele ser más sencilla y potencialmente más lucrativa, adaptándose a un mercado más amplio. Esto también contribuye a un aumento del patrimonio del propietario, ya sea por la revalorización de las propiedades o por la diversificación de activos inmobiliarios.
Otra ventaja importante es la flexibilidad de uso. Se puede habitar una parte de la casa y alquilar la otra, lo que ayuda a generar ingresos. También permite crear espacios independientes para familiares (soluciones multigeneracionales), oficinas en casa o estudios, adaptando la propiedad a las cambiantes necesidades a lo largo del tiempo.
Sin embargo, existen desventajas notables. Los costos adicionales son significativos, incluyendo honorarios profesionales, tasas municipales, impuestos y, sobre todo, los gastos de la reforma necesaria, que pueden ser muy elevados. La complejidad administrativa es otro inconveniente, ya que el proceso implica navegar por múltiples normativas urbanísticas y de seguridad, obtener diversas licencias y permisos, lo que puede ser tedioso y propenso a retrasos o requerir adaptaciones.

Finalmente, si la vivienda está en un edificio con comunidad de propietarios, pueden surgir posibles conflictos. La división puede afectar el uso de áreas comunes, generar resistencia por parte de algunos vecinos que no estén a favor del cambio o crear un clima de desconfianza si no se gestiona con transparencia y respeto a los estatutos de la comunidad y la Ley de Propiedad Horizontal.
El asesoramiento profesional es esencial
Dada la complejidad técnica, legal y administrativa del proceso de división de una vivienda, contar con el asesoramiento de profesionales cualificados es no solo recomendable, sino prácticamente indispensable.
El arquitecto es una figura central. Es el responsable de elaborar el proyecto técnico, asegurando que el diseño cumpla con todas las normativas de habitabilidad, superficie mínima, accesos, aislamiento térmico y acústico, y el Código Técnico de la Edificación. También puede ofrecer consejos de diseño para optimizar el espacio, integrar materiales sostenibles o maximizar la luz natural. Su supervisión durante la obra garantiza que la ejecución se ajuste al proyecto y a las normativas.
El abogado especializado en derecho inmobiliario es crucial para navegar el laberinto legal. Asesora sobre la normativa aplicable, gestiona la documentación necesaria para solicitar permisos y autorizaciones, especialmente ante la comunidad de propietarios si la hay, y se encarga de la redacción y gestión de la escritura pública de división ante notario, así como de los trámites para la inscripción en el Registro de la Propiedad.
Si el objetivo es vender las nuevas unidades resultantes, un agente inmobiliario puede ser de gran ayuda. Su conocimiento del mercado local permite establecer precios de venta realistas, desarrollar estrategias de marketing efectivas y negociar con los posibles compradores para obtener el mejor resultado posible.
¿Cuánto cuesta segregar una vivienda?
Como se mencionó anteriormente, el precio de los trámites legales y administrativos para segregar una vivienda suele estar entre 1.000 € y 2.500 €. Esta cifra incluye los costos aproximados de levantamiento topográfico, el proyecto técnico de segregación, los honorarios notariales por la escritura y la inscripción en el Registro de la Propiedad. A esto hay que añadir las tasas municipales (cuyo importe varía según el municipio y el valor del inmueble), los honorarios de arquitectos y abogados por su asesoramiento y trabajo, y el coste de las obras de reforma necesarias, que puede ser muy variable y el componente más caro del presupuesto total.
Dudas frecuentes sobre la segregación de inmuebles
Es natural que surjan preguntas al considerar un proceso tan complejo como la división o segregación de una vivienda. A continuación, abordamos algunas de las dudas más comunes.
¿Por qué segregar una vivienda? Existen diversos motivos. Puede ser una inversión económica, ya que vender o alquilar dos unidades pequeñas suele ser más fácil y rentable que una grande. También responde a cambios en las circunstancias familiares, como cuando los hijos se van de casa y queda espacio desaprovechado, permitiendo adecuar la vivienda a las necesidades actuales o generar un ingreso extra. En casos de herencia o divorcio, segregar un inmueble puede ser una solución para repartir la propiedad entre varias personas de forma equitativa.
¿Cuál es la diferencia entre segregación y división de una vivienda? Aunque a menudo se usan indistintamente, hay una distinción técnica. Segregar un inmueble implica tomar una porción de una finca original y constituirla como una nueva finca independiente; la finca original (matriz) sigue existiendo, pero con una superficie menor. Dividir un inmueble implica partir la finca original en varias partes, de modo que la finca matriz desaparece y en su lugar se crean dos o más fincas nuevas. En la práctica y efectos legales sobre la creación de nuevas unidades independientes, suelen ser procesos muy similares.
¿Se puede segregar una vivienda hipotecada? Sí, es posible, pero con una condición importante. Según la Ley Hipotecaria, si una finca hipotecada se divide o segrega, el crédito hipotecario no se distribuirá automáticamente entre las nuevas fincas resultantes a menos que el acreedor (el banco) y el deudor (el propietario) lo acuerden voluntariamente y se formalice. Si no se llega a este acuerdo de distribución, el banco mantiene el derecho a reclamar la totalidad de la deuda hipotecaria contra cualquiera de las nuevas fincas resultantes de la división o segregación, o contra todas ellas a la vez. Esto significa que, aunque la segregación sea técnicamente posible, el banco debe dar su consentimiento si se quiere que la hipoteca se reparta entre las nuevas unidades.
En resumen, dividir una casa ya construida es un proyecto ambicioso que requiere una comprensión profunda de los tipos de división, un estricto cumplimiento de las normativas legales y urbanísticas, una planificación financiera detallada para afrontar costos e impuestos, y la colaboración indispensable de profesionales como arquitectos, abogados y, si aplica, agentes inmobiliarios. Abordar este proceso de forma informada y con asesoramiento adecuado es clave para transformar con éxito una propiedad y aprovechar su potencial al máximo.
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